Su muerte siempre se ha debatido entre el mito y la realidad, ¿cuanto es verdad, cuanto publicidad?
Decidió en el colmo de su teatralidad, suicidarse, para ello organizó una gran fiesta y cenó con sus dos mejores amigas, Estelle Taylor y Benita Oakie, comida mexicana en cantidades abundantes, bebieron brandy, fumaron y pasaron una buena velada.
Había decorado su dormitorio con cientos de ramos de flores y velas encendidas. Se peinó, se maquilló y se depiló cuidadosamente el pubis, de manera que el vello tenía la forma de un corazón.
Escribió una nota de despedida y la dejó en su mesilla de noche. Luego abrió un frasco de tranquilizantes, se tomó setenta y cinco pastillas, todo un frasco completo de seconal. Se tumbó en la cama completamente desnuda y esperó a que las píldoras hicieran efecto. La disposición de su cadáver, cuidadosamente preparado por ella misma, sería como una huella indeleble para el mundo formando una imagen hermosa y extraordinaria al ser encontrado.
Las cosas no salieron como lo pensó, cuando la sirvienta abrió la puerta del dormitorio las velas ya estaban apagadas y las flores seguían allí.
La criada vio un rastro de vómito que llegaba hasta el cuarto de baño, abrió la puerta y la encontró con la cabeza dentro de la taza, muerta.
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